jueves, 27 de noviembre de 2008

Egon detrás del espejo

“Cuando me vea en mi totalidad, tendré que verme yo mismo, saber yo mismo qué es lo que quiero, no sólo lo que me ocurre, sino hasta donde llega mi capacidad de ver, cuáles son mis instrumentos, cuales son las sustancias misteriosas que me configuran y cuales son las que predominan, qué es lo que reconozco y lo que hasta ahora he reconocido en mí mismo (…) me veo evaporarme y expirar cada vez con más fuerza, las oscilaciones de mi luz astral se aceleran, se vuelven más repentinas, sencillas y similares a un gran reconocimiento del mundo. Así produzco a partir de mí mismo siempre más, siempre cosas más amplias, ilusiones eternas, siempre y cuando el amor, que lo es todo, me enriquezca de este modo y me conduzca allí donde instintivamente me siento atraído, lo que quiero arrancar de mí mismo para aportar otra vez algo nuevo, lo que he percibido a través de mí mismo” Egon Schiele.
.
.
.
.
.
La carne está sobrevalorada. Puede que la vida también. Y yo soy una yonki de la belleza (una temerosa de lo deforme).
¿Estamos dispuestos a buscar nuestra verdad? ¿y si tropezamos con un autorretrato inesperado, incluso monstruoso?
¿cuánto de dispuestos estamos a tolerarlo en el de enfrente (ese otro espejo)?
No vamos a estar más limpios, ni más cerca, por empeñarnos. Acontecemos, simplemente.

6 comentarios:

pulsatilla dijo...

simplemente... que no fácilmente, y es que lo simple muchas veces es lo más difícil, no?

hay quien dice que sólo hay que soltar... pero qué vértigo da.

y quién dice qué es algo monstruoso y qué no lo es?

toda una vida! (o una tras otra...)

ya me dirás cómo llegaste a este texto, besitos preciosa!

Anónimo dijo...

"Definitivamente, cantaré para el hombre.
Algún día –después-, alguna noche,
me oirán. Hoy van –vamos- sin rumbo,
sordos de sed, famélicos de oscuro.

Yo os traigo un alba, hermanos. Surto un agua,
eterna no, parada ante la casa.
Salid a ver. Venid, bebed. Dejadme
que os unja de agua y luz, bajo la carne.

De golpe, han muerto veintitrés millones
de cuerpos. Sobre Dios saltan de golpe
-sorda, sola trinchera de la muerte-
con el alma en la mano, ente los dientes

el ansia. Sin saber por qué, mataban;
muerte son, sólo muerte. Entre alambradas
de infinito, sin sangre. Son hermanos
nuestros. Vengadlos, sin piedad, ¡vengadlos!

Solo está el hombre. ¿Es esto lo que os hace
gemir? Oh si supieseis que es bastante.
Si supieseis bastaros, ensamblaros.
Si supierais ser hombres, sólo humanos.

¿Os da miedo, verdad? Sé que es más cómodo
esperar que Otro -¿quién?- cualquiera, otro,
os ayude a ser. Pero es bastante
ser, si procuro ser quien soy. ¡Quién sabe

si hay más! En cambio, hay menos: sois sentinas
de hipocresía. ¡Oh, sed, salid al día!
No sigáis siendo bestias disfrazadas
de ansia de Dios. Con ser hombres os basta."

(Blas de Otero; Ancia, 1958)

Elisa McCausland dijo...

La carne, por desgracia y por fortuna, es adictiva... lo dice una yonki de estas cosas ;)

Una profesora maravillosa decía que lo que diferenciaba precisamente a un dibujante de un pintor es la fascinación por la carne...

http://decabezaenlapiscinadehockney.blogspot.com/2008/02/carne-cruda.html

Anónimo dijo...

La deformidad en uno mismo nos asusta... la deformidad en el otro nos produce rechazo.. el rechazo a uno mismo, creo que es imposible.. a pesar de que acontezca en el día al día.. me voy a perder, lo sé, pero lo siento, ahí va:

El espejo del que hablas... Creo que el sufrir por rechazar lo "monstruoso" de uno mismo.. lo disfrazamos pa asustarnos menos de rechazarlo en el otro y no querer verlo en nuestras propias carnes (uy, qué miedo!)... lo que nos gusta del otro es lo que nos gusta de nostros mismos, y lo que no nos gusta del otro... tal vez debamos buscarlo detrás de nuestra mirada al mundo y nuestros gestos.. para reconciliarnos con ello, con nosotros y con ese "otro" que nos está sirviendo de espejo (menos mal!!)

Si identificamos algo, nos guste o nos desagrade, es porque ya forma parte de nosotros mismos, de nuestra experiencia...mejor darse cuenta no? o dicho de otra forma: no reconoceremos algo hasta que no esté integrado en nuestro... ser...(tengo que leer más, me quedo sin vocabulario!).

En cualquier caso, que nos vamos haciendo, y haciendo al "nuestro mundo" ese que nos rodea, según vamos investigando y mirando pa dentro y pa fuera, y sacando, y metiendo e incorporando.. corta y pega, y amasa siempre en el entre tanto, deforma y da forma, cuece que te cuece.. el caso es saber qué cueces, qué enriqueces, qué es el espejo y qué eres tú.. que mayormente eres casi todo lo que te pasa, aunque suene egocéntrico.. dejaremos tal vez de serlo un poco cuando nos demos cuenta de cuánto lo somos!!!

Vaya que parece que me he alejado de lo "cárnico".. pero francamente, creo que no tanto (yo y mis nubes ;) ego ego!!!)

Trice dijo...

ultimamente vengo pensando que efectivamente nos relacionamos con el mundo (y con nuestros semejantes) en función de lo afines que nos sintamos. Rastreamos afinidad. Y la "desafinidad" la rechazamos porque va en nuestra naturaleza luchar contra ese sentimiento de desarraigo, de separatividad.

Asi que en parte, nuestro fin social/vital es rodearnos de aquello que despierte en nosotros un sentimiento de pertenencia; porque sentirse diferente, reconocer nuestra alteridad, supondría recordar (con incomodidad) que llegamos a este mundo y que partiremos solos...y desnuditos.

Anónimo dijo...

y sin embargo.. o además... nos sentimos atraidos también por el rechazo, y nos damos cabezazos (o los que menos.. al menos se topan una y otra vez sin necesidad de herirse) con ese desarraigo.. que también nos pertenece ;) hasta que lo reconocemos como propio y estamos (o estaremos..o espero que lo estemos) cómodos incluso en esa desnudez no tan solitaria como parece, en la que llegamos, en la que nos iremos.. y en la que viviríamos si no fuera porque nos empeñamos en vestirnos.. lo más parecido posible al que identificamos como igual, lo más diferente posible al que identificamos como diferente... y todo por intentar identificar nuestra propia identidad a base de capas (las capas que nos ponemos y las que nos quitamos!)