martes, 11 de noviembre de 2008

Diagnóstico diferencial

"Cuando Florentino Ariza la vio por primera vez, su madre lo había descubierto desde antes de que él se lo contara, porque perdió el habla y el apetito y se pasaba las noches en claro dando vueltas en la cama. Pero cuando empezó a esperar la respuesta a su primera carta, la ansiedad se le complicó con cagantinas y vómitos verdes, perdió el sentido de la orientación y sufría desmayos repentinos, y su madre se aterrorizó porque su estado no se parecía a los desórdenes del amor sino a los estragos del cólera. El padrino de Florentino Ariza, un anciano homeópata que había sido el confidente de Tránsito Ariza desde sus tiempos de amante escondida, se alarmó también a primera vista con el estado del enfermo, porque tenía el pulso tenue, la respiración arenosa y los sudores pálidos de los moribundos. Pero el examen le reveló que no tenía fiebre, ni dolor en ninguna parte, y lo único concreto que sentía era una necesidad urgente de morir. Le bastó con un interrogatorio insidioso, primero a él y luego a la madre, para comprobar una vez más que los síntomas del amor son los mismos que los del cólera. Prescribió infusiones de flores de tilo para entretener los nervios y sugirió un cambio de aires para buscar el consuelo en la distancia, pero lo que anhelaba Florentino Ariza era todo lo contrario: gozar de su martirio."


Esto lo escribe Gabriel García Márquez en El amor en los tiempos del cólera.

Como éste, cuántos otros males del cuerpo son reflejo de males del corazón o del alma, puede que todos o casi todos... Me emociona la tarea del médico de desenredar la maraña que le presenta el paciente, convencido de su historia, o no, pero seguro que contando todo menos la verdad de su sufrimiento. Lo pondrá en forma de dolores, espasmos, insomnio, sudores... también en emociones y pensamientos, obsesivos a veces. Algo que aprendí hace no mucho y que creo que no se me olvidará, es que lo que hay que escuchar es lo que no dice el paciente. Así de fácil.

Espero que nadie saque de esto la conclusión de que el Vibrio Cholerae no existe.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

y mi duda es: ¿cuánto de justa es la mirada del médico? ¿no resulta inevitable (y peligroso)dejarse llevar por una posición "privilegiada" y por tanto sesgada de la realidad del otro?
Ultimamente soy más consciente de que quizás malinterpretamos el concepto de ayuda y de servicio.

Puede ser también que el verdadero "sanador" no se más que un mero intermediario entre el paciente...y el paciente (a veces un peligro, a veces un accidente).

Por tanto nos quedamos sin función definida, y sin mérito ninguno. Menos mal.

pulsatilla dijo...

Para mí la función del médico sí está bien definida, y creo que es justo la que tu mencionas, la de intermediario entre el paciente y el paciente. Yo no pretendía decir que el médico le vaya a decir al paciente qué es lo que le pasa, sino que ayudará a este a descubrirlo. No es más que sacar lo que ya está ahí.

Creo que el médico puede ayudar al paciente a interpretarse a sí mismo. Tanto más y mejor cuanto más limpia tenga la mirada el propio médico, que no es más que desarrollo personal, conocimiento de uno mismo. Eso es lo que va a condicionar la justicia de la que tu hablas. Y también de esto depende que el médico sea capaz de captar qué ayuda está pidiendo el paciente, el tipo de servicio la determina el paciente y no el médico; en eso creo que estamos de acuerdo.

Posición privilegiada... tiene una connotación negativa según lo dices. Cuando yo voy a una agencia de viajes, asumo que la persona que me atiende tiene unos recursos y unos conocimientos que yo no tengo, que no significa que esté por encima de mí, sino simplemente que en la tarea de buscarme un billete barato de avión él me va a facilitar las cosas. No desde una posición de superioridad, sino de apollo.

Así es como yo lo entiendo, pero por regla general no es así como ocurre en la práctica diaria, por muchas razones.

Me gusta mucho este tema!

Me gustan estos

Anónimo dijo...

entiendo el ideal del que me hablas, y de hecho lo comparto, pero estarás de acuerdo conmigo en que puede tornarse en una ardua tarea, y en ese continuo (porque no existe standard de paciente, ni de función)me parece fácil dejar de prestar la atención necesaria, e incluso sucumbir a nuestros propios "oscuros" mecanismos, sobre todo en un contexto que se presta tan facilmente al "abuso" (creeme, puede ser más tentador de lo que parece). Ciertamente (como bien dices tú)la clave debe estar en que el propio médico se pille en esos despropósitos, rectifique, y aprenda...

todo esto, claro está, refiriéndonos a una forma de medicina también ideal (integral), en la que probablemente las circunstancias ,en calidad de tiempo y espacio, sean más propicias para establecer una comunicación cierta.

por cierto, felicitarte por extracto, es maravilloso.

La faz del adversario dijo...

vaya! el párrafo y vaya! el pensamiento...puedo elegirte a ti?

Anónimo dijo...

que las enfermedades del alma acrrean enfermedades en el cuerpo es claro, mente y cuerpo estan relacionados, pero es el medico el encargado de solucionar las enfermedades del alma? se enseña la ciencia del cuerpo, pero la ciencia de la mente, el comportamiento, las emociones, los sentimientos... a quien le corresponden?

pulsatilla dijo...

Tu a quien crees que corresponden?

Yo creo que a quién haya empleado tiempo y esfuerzo en comprenderlas, desde la disciplina que haya elegido.

Si nos referimos a alquien que ha estudiado 6 años en una facultad de medicina, te diré que si no ha recibido formación adicional, probablemente no esté preparado.

Y como creo que no se pueden separar enfermedades del alma y enfermedades del cuerpo, lo ideal sería que todo médico conociese ambas cosas, pero esto no ocurre frecuentemente.

Igual estoy siendo demasiado misteriosa... me refiero sencillamente a médicos como los homeópatas, entre otros.

La razón por la que elegí el texto de García Márquez fue, a parte de porque me pareció brillante, porque aparecía un homeópata... jejej...

Anónimo dijo...

creo que en la práctica clínica de cualquier médico pueden empezar a incorporarse facilmente otras dimensiones del paciente que no sean la exclusivamente clínica, conocer su circunsatancia social o familiar, su capacidad de adaptación y comprensión de la enfermedad, sus mecanismos de defensa...no ya por la importancia que pueda tener en el desarrollo/perpetuación de la enfermedad (que la tiene), sino también por la repercusión inmediata en la calidad de vida y el bienestar del enfermo. Y eso es muy grande.

Anónimo dijo...

El mejor profesional es un buen espejo de cuerpo entero.