De Álex Pastor.
Gracias por abrirme puertas.

Qué poco nos gusta arriesgar. Cuánta mesura ponemos en proyectar una imagen (ideal-adaptable). Y qué anticreativo es, coño. Qué traición más grande a lo que somos (o no somos, quién sabe). La solución no pasa por inhibir nuestros fraudes, sino precisamente por probar las ilimitadas alternativas de ser o de decidir que podamos recrear. Y afrontar nuestra incompetencia o nuestra vulgaridad, identificarnos (y por qué no admirarnos) en nuestra insignificancia. Quizás a partir de entonces entremos en el juego que de verdad mola, el de conformarnos con tenernos como espectador (como único espectador) y entre tanto ensayo (y tanto error) quizás sorprendernos, y quizás también vibrar, como si estuviesemos cerca de eso que llamamos VERDAD, y que no es otra cosa que recordar que estamos vivos. 

Aunque en esta nueva era ciber-tecnológica lo raro es no tener un blog (de hecho la gente los tiene a pares), he de reconocer que estoy viviendo esto como un pequeño acontecimiento...Pongamos que lo segundo es la razón, el porqué de esa intención. Asunto algo más complejo. Para empezar, porque ha sido una propuesta muy bien hecha. También porque me apetece. Crear algo, supongo. Juntas. Hacer algo con todo lo percibo o leo o veo día a día.
Y lo tercero es hacerlo. Sin más pretensiones.
¡Gracias bonita!