lunes, 6 de octubre de 2008

Cuando el dolor enciende (y no apaga)


Hoy he imaginado el sufrimiento (el mío, como muchas de las sensaciones que me animan, en el centro de mi pecho) como un cúmulo luminoso. Cada persona que amo, con el suyo. Ubicado en diferentes lugares de su anatomía. Y lo más hermoso: proyecciones, como barras fluorescentes, conectándonos. Alimentándonos. Y me he/han consolado.


Alegoría del invierno de Remedios Varo.




1 comentario:

Anónimo dijo...

son días de apertura estos. Va a ser verdad que las circunstancias son las que nos mueven, las que van sacando lo que llevamos dentro (de dónde lo hemos traído, no lo sé).
Me alegro de tu "crisis" y de la mía, nos han acercado.
El mundo sigue girando a pesar de que pretendamos encerrarnos para hacer lo que se supone que debemos hacer en estos meses. Menos mal.
No deja de doler, pero compensa.
El abrazo que nos dimos en casa de Ana fue diferente de los anteriores, no te parece?
¡Yo también te quiero!