martes, 10 de febrero de 2009

Namasté!!


Buen viaje!!! Los ojos de Buda os dan la bienvenida...



Esperaré con paciencia alguna noticia breve vuestra... rodeadas de esos sonidos, esos olores, esas miradas, esas sonrisas, esos paisajes.. ese sentir! ya habrá tiempo para explayarse.

Entre tanto me he hecho diminuta y me he colado en vuestras maletas, gracias por llevarme de nuevo allí, lo echaba de menos ;)

Volved cambiadas, para seguir cambiando aquí y compartir el cambio con a los que ahora nos toca quedarnos a cambiar aquí por el momento.

sábado, 7 de febrero de 2009

Equilibrio





nos propongo encontrar, entre tanto exceso de conceptos, el sentido de alguno...

miércoles, 4 de febrero de 2009

Los enfermos y los médicos

La enfermedad es un estado,
la salud no es sino otro,
más desagraciado,
quiero decir más cobarde y más mezquino.
No hay enfermo que no se haya agigantado,
no hay sano que un buen día no haya caído en la traición, por
no haber querido estar enfermo, como algunos médicos que
soporté.

He estado enfermo toda mi vida y no pido más que continuar
estándolo.
pues los estados de privación de la vida me han dado siempre mejores indicios sobre la plétora de mi poder que las creencias pequeño burguesas de que: BASTA LA SALUD

Pues mi ser es bello pero espantoso. Y sólo es bello porque
es espantoso.
Espantoso, espanto, formado de espantoso.

Curar una enfermedad es criminal
Significa aplastar la cabeza de un pillete mucho menos codicioso
que la vida
Lo feo con-suena . Lo bello se pudre.

Pero, enfermo, no significa estar dopado con opio, cocaína
o morfina.
Y es necesario amar el espanto de las fiebres.
la ictericia y su perfidia
mucho más que toda euforia.

Entonces la fiebre, la fiebre ardiente de mi cabeza,
-pues estoy en estado de fiebre ardiente desde hace cincuenta
años que tengo de vida-
me dará
mi opio,
-este ser-
éste
cabeza ardiente que llegaré a ser,
opio de la cabeza a los pies.
Pues,
la cocaína es un hueso,
la heroína, un superhombre de hueso.

Ca itrá la sará cafena
Ca itrá la sará cafá

y el opio es esta cueva
esta momificación de sangre cava ,
este residuo de esperma de cueva,
esta excrementación de viejo pillete,
esta desintegración de un viejo agujero,
esta excrementación de un pillete,
minúsculo pillete de ano sepultado,
cuyo nombre es:
mierda, pipí,
Con-ciencia de las enfermedades.
Y, opio de padre a higa,
higa, que a su vez, va de padre a hijo,-
es necesario que su polvillo vuelva a ti
cuando tu sufrir sin lecho sea suficiente.

Por eso considero
que es a mí, enfermo perenne,
a quien corresponde curar a todos los médicos,
-que han nacido médicos por insuficiencia de enfermedad-
y no a médicos ignorantes de mis estados espantosos de
enfermo,
imponerme su insulinoterapia,
salvación de un mundo postrado.
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Antonin Artaud, publicado en "Les Quatre Vents" nº8 (1947)
.
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A muchos este poema nos hace revolvernos incómodos en nuestros asientos, incluso querer prescindir de según qué fragmentos.
Pero haciendo acopio de valor y enfrentándolo, el resultado es muy revelador: me entusiasma. La defensa de la enfermedad, no solo como derecho sino casi como privilegio, antagoniza violentamente con muchas de mis convicciones. Y sin embargo, no me atrevo a cuestionar ni uno solo de sus versos. De hecho, resuenan en mí apacibles, sin esfuerzo.
¿Verdades plurales y extremos que se tocan...o recursos para calmar nuestras conciencias?

lunes, 2 de febrero de 2009

No estoy orgullosa de tí porque no me perteneces

Hoy arrastro unos metrillos de ego bastantante incómodos. Me sobran las cifras, también. Pero sobre todo me sobra este ego impertinente, que se asoma desde lo alto. Exclamo sanguinaria que hay que matarlo, pero la voz al otro lado del teléfono me serena: tiene su función. Y me convence. Mecanismos cada vez más familiares.
Reajuste. Independencia. Espectáculo y compra-venta. Al mejor postor. Buena, bonita y barata (accesible).

En el fondo me hace gracia (¿o era en la superficie?).

Decido dedicarle un guiño. Gracias a mis bombachos rojos de pana, perfectos para meditar en un lugar frío y montañoso, por ejemplo.
Y a una ensaimada pareja de una palmera. Y a una compañía cómplice, que tiene la mirada cada vez más limpia.

Reconozco que ha surgido la magia en un día incomprensible.